La muerte a tiros de un trabajador de 58 años de edad de Boyle Heights, sigue rodeada de misterio
Juan Romero se despertaba cada día antes de que saliera el sol.
El hombre de 58 años de edad se ponía en silencio su uniforme para ir a su trabajo en el Centro Médico de Kaiser Permanente: pantalones y zapatos negros, una camisa de cuello blanco con corbata a rayas y un chaleco de color cereza.
Pero el miércoles 7 de noviembre de 2018, Romero, que era conocido por su puntualidad y porque casi nunca faltaba a su trabajo, no se presentó a su turno que iniciaba a las 6 de la mañana.
En esa mañana nublada, el cuerpo de Romero fue descubierto a las 5:54 a.m. por un oficial de la Patrulla de Caminos de California en el interior de un Toyota Corolla verde oscuro que se encontraba detenido en la rampa de acceso a la autopista 10 de la calle Soto, según la policía.
El policía se detuvo para revisar el auto, que estaba detenido en la orilla izquierda de la carretera y encontró a Romero sentado sin responder en el asiento del conductor con el motor encendido.
La policía dijo que a Romero le dispararon a través de la ventana del lado del conductor una o más personas que podrían haber estado conduciendo en la misma autopista.
El auto de Romero golpeó primero la orilla derecha de la rampa antes de girar a la izquierda, donde se estrelló. Romero fue declarado muerto en la escena.
El detective David Álvarez, del Departamento de Policía de Los Ángeles, dijo que se desconoce por qué lo asesinaron a tiros.
"Pudo haber sido un incidente aislado", dijo Álvarez. "No sabemos si tuvo algún enfrentamiento con un conductor enfurecido, pero sé que Romero mantuvo su distancia, condujo a una velocidad normal, y no habló con su familia. No lo percibo como una persona violenta."
Durante los últimos cuatro años, Romero condujo por Sunset Boulevard rumbo a Kaiser Permanente, llevando a pacientes y empleados a sus citas médicas o lugares de trabajo.
Roslyn Roy, una pasajera en el autobús de Romero, escribió en la página de recaudación de fondos en línea creada para ayudar a la familia de Romero con los costos funerales: "Era un perfecto caballero, me ayudaba con mis maletas, hacía bromas, era un hombre muy agradable.”
Nacido en Puebla, México, el 27 de enero de 1960, Romero fue el penúltimo de los nueve hijos de los dueños de las carnicerías Juan Romero y Enedina Gordillo.
La esposa de Romero, Hermila, dijo que le gustaba contar las historias de su infancia cuando ayudaba a sus padres, quienes lo enviaban a él y a sus hermanos a la carnicería más cercana para recoger carne fresca para venderla.
Esa responsabilidad le inculcó una fuerte ética de trabajo. Según su esposa, Romero se mudó a Estados Unidos alrededor de 1972 después de que uno de sus hermanos lo convenciera de que buscara trabajo al otro lado de la frontera.
A finales de la década de 1970, Romero conoció a Hermila mientras ambos trabajaban en una fábrica de costura en el centro de Los Ángeles. Romero, que entonces tenía 18 años, no se desanimó por la diferencia de edad de 14 años entre los dos y finalmente se casaron.
En los años siguientes, Romero trabajó como encargado de estacionamiento, lavaplatos y en un momento dado, durante casi una década, la pareja fue dueña de un mini mercado en el sureste de Los Ángeles.
A Romero le gustaba viajar y jugar boliche, dijo su esposa. Cuando se conocieron, él estaba en un equipo de boliche en el que estaba su jefe y otros compañeros de trabajo.
A Romero también le gustaba ir al muelle de San Pedro a pescar y si pescaba más mariscos, se los regalaba a sus amigos y familiares. Algunas veces preparaba deliciosos platillos de mariscos para Hermila y para él.
Recientemente, Hermila se sentó en la sala con su sobrina y ahijada, Viviana Talamantes. Las fotos de Romero adornaban las paredes y la mesa del comedor.
"Lo que más le gustaban eran las mojarras,"dijo Hermila.
Le gustaba untarlas con mantequilla, las sazonaba con hierbas y especias, y las ponía en el horno hasta que la piel estuviera dorada y crujiente.
Entre los recuerdos más preciados de Hermila con su esposo se encuentran El Mercado de Boyle Heights, también conocido como "El Mercadito de Los Mariachis,"donde se deleitaban con tostadas y disfrutaban con música de mariachi en vivo.
Pero había otro lugar que amaba más que El Mercadito. "Su lugar favorito era Sizzler," dijo Hermila sonriendo.
"En Sizzler, se comía todo, pero siempre se aseguraba de dejar un espacio para el helado." A pesar de ser un devoto consumidor de las delicias de la barra de ensaladas y helados de Sizzler's, Romero siempre fue muy leal a su familia.
Cuando Talamantes, de 34 años, estaba empezó a fallar en sus estudios, Romero siempre estuvo ahí para motivarla.
"Yo tenía muchos problemas en la escuela, y él siempre me alentó y me apoyó,"dijo.
Cuando a Hermila le diagnosticaron cáncer hace tres años, Romero siempre estuvo atento y apoyándola. Se tomaba tiempo libre para estar con ella durante las citas de quimioterapia.
"Era una persona que ayudaba a todos," dijo Hermila. Cuando alguien le pedía que lo llevara, nunca dijo que no podía. Siempre le preguntaba a mis hermanas si necesitaban que les arreglara algo.Hermila estaba en México visitando a su familia cuando Romero fue asesinado. Si no hubiera ido, pensaba, Romero no habría muerto. Mientras las lágrimas rodaban por su cara, dijo que se arrepentía de haber salido del país.
"No puedes decir eso," dijo Talamantes, consolándola. "Iba a trabajar. Era su rutina," dijo.
"Nada iba a impedir que fuera a trabajar ese día, aunque tú estuvieras aquí.”
Foto, arriba: Juan Romero, izquierda, con su sobrina, Viviana Talamantes, al centro, y su esposa Hermila, durante la graduación de Talamantes del programa de enfermería del Colegio Monte San Antonio en 2016. Foto, a la derecha: Juan y Hermila Romero en la fiesta de cumpleaños de Hermila.
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